En el versículo 8 en el capítulo 6 del profeta Miqueas, podemos encontrar de una forma tan clara y sencilla lo que Dios desea que hagamos, lo que a él le agrada, y porqué sería importante saber eso, pues la importancia está en que al creer que Dios existe y llamarlo nuestro Padre, es decir, que hemos comenzado a vivir en santidad por su gran misericordia, y habiendo recibido su perdón después de un genuino arrepentimiento, pues lógicamente deseamos como sus hijos agradarle, agradecerle con nuestras vidas y nuestro comportamiento por todo lo que nos ha dado, por la salvación, y además perseverar en el camino angosto que lleva a la vida eterna.
En ese versículo dice lo siguiente: Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y que pide El Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Tres cosas esenciales, la primera hacer justicia, a Dios le desagrada que seamos imparciales, que hagamos acepción de personas, el es justo por tanto nosotros debemos buscar la justicia, bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia.
Lo segundo, amar la misericordia, esto es lo que Dios quiere, que así como hemos recibido de su misericordia, que no ha sido poca, así nosotros tengamos misericordia y compasión por los demás, que perdonemos a los que nos ofenden, así como el nos perdonó, que seamos amables y serviciales con nuestro prójimo porque Jesús eso fue lo que nos enseño cuando estuvo en la tierra como hombre.
Por último y lo más importante, humillarnos ante su presencia, esto es esencial, solo así haremos los anteriores, al humillarnos delante de Jesús, reconociéndolo como el Dios único, verdadero, Todopoderoso, sabemos que no tenemos derecho a reclamarle nada, que el ha sido bueno con nosotros al rescatarnos, por tanto solo el merece nuestra alabanza, gratitud, honra y temor. El Señor Jesús es uno y fuera de él no hay dios, por tanto, solo a él adoraremos. Bienaventurados los pobres en espíritu, aquellos que reconocen que Dios es su único Señor y que dependen de él.
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